Manuel Vallejo, medio siglo sin la voz de almíbar.


Unas portentosas cualidades musicales amén de una afición fuera de toda discusión han situado a Manuel Jiménez Martínez De Pinillos, Vallejo, entre los mejores cantaores de la historia del flamenco.

Afortunadamente el cantaor sevillano dejo una amplia discografía, aún pendiente de reeditar por completo en formato digital. Cierto es que la tesitura de su voz, su agudeza, parecía restar jondura en la interpretación de algunos estilos como la seguiriya o soleá, pero su calidad artística supera este hándicap con creces, dejando impreso auténticas joyas flamencas en estos estilos. En los cantes de levante, malagueñas o granaínas fue continuador de Chacón aunque aportando su impronta artística erigiéndose en la referencia de estos palos, considerándose un clásico, ésto es, merecedor de imitación. Además su sentido exacto del compás, de hecho era considerado un magnífico bailaor y metía las palmas y los pies como nadie lo hizo según nos cuentan, convierten a Vallejo en un completísimo cantaor, y a su discografía de estudio y conocimiento obligatorio para todos aquellos cabales aficionados que quieran entender y disfrutar del arte jondo.



¿Y qué pasa si era payo? Para aquellos que tenemos superado ciertas ideologías, absolutamente nada, el mismísimo Manuel Torre le hizo entrega de la segunda llave del cante, y los enterados de ahora a su rollo, las cosas ¡Ah!, y por saetas quitaba las penas al mismo Cristo del Gran Poder. Grabó fandangos republicanos y más tarde se le consideró cantaor del régimen, las cosas. El artista de carácter difícil recibiría, al final de su vida, un homenaje de manos de Antonio Mairena, al que muchos culpan de su olvido, las cosas.

Desde hace algún tiempo se intenta reivindicar su figura, algo olvidada por la afición, error que una serie de amantes de su música intentan subsanar. Jesús Gavira, escultor flamenco y amigo, me comentó que se ha celebrado una reunión entre los que estaban Manuel Molina, Pilar Távora, Manuel Cerrejón y la candidata andalucista a la alcaldía sevillana, donde denunciaban el incumplimiento del actual consistorio para la realización de una estatua homenaje a Vallejo, y daban a conocer la intención de organizar un macrofestival de cante para recaudar el parné necesario para tal empresa, con deseos de colocarlo en la Alameda junto a Pastora y Caracol.

Si el mundo flamenco fuera responsable, inteligente y supiera valorar sus propios orígenes, su historia, de una forma ética y formal, hace tiempo que en ese paseo de álamos con cabales de bronce habitaba el Fleta del cante, un músico superdotado que desarrolló su obra en el leguaje jondo del flamenco.

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