Noche Blanca del Flamenco Córdoba 2014





La noche del pasado sábado, además de la más corta, se convirtió en la más flamenca del año. La responsable, la ciudad de la mezquita, los arcángeles y los toreros valientes, Córdoba La Llana.

Córdoba por séptimo año consecutivo celebra la noche blanca del flamenco con un formato atractivo para el público joven y el turismo en general en la que muchos de los bellos rincones de la ciudad de los plateros se decoran con ritmos de doce tiempos y cadencias andaluzas en las voces de los artistas más mediáticos del momento.

La temperatura resultó más benévola que en ediciones anteriores y contribuyó al extraordinario éxito de público de la séptima noche blanca en la que las calles céntricas se abarrotaron de aficionados con ganas de ver a los grandes divos del arte jondo.

En la enorme Plaza de Las Tendillas no cabía un alma para disfrutar del baile de Sara Baras, decenas de periodistas en el pasillo no dejaban de ametrallar con sus grandes objetivos los desplantes y mudanzas de la internacional bailaora gaditana que no defraudó a la masa incondicional.

Buscamos la mezquita y cruzamos el puente hasta la gala de los premios nacionales de Córdoba en la que participarían Manuel Cástulo, enorme de facultades y genio, el Niño Seve con un recital técnicamente perfecto y delicioso y el baile de Mercedes de Córdoba ante un público que llenaba el idílico espacio de La Calahorra, aún teniendo en cuenta el desastroso sonido soportado.



Corriendo en busca de la Niña Pastori que llegaba con la guitarra de Diego del Morao, de lo más atractivo de la noche, pero donde tuvo que intervenir las fuerzas de seguridad para bloquear las entradas al Patio de Los Naranjos por la enorme asistencia de fans.

Pues nada, hasta la Plaza de La Corredera un inmenso espacio para uno de los cantaores con más tirón entre la joven afición y que traía preparado todo el arsenal de grandes Hits flamencos, Aire, Al alba…Miles de personas coreaban los estribillos en un mega-concierto flamenco con solamente Antonio Higuero a la guitarra, palmas y cajón pero que eran capaces de llenar de sonido el ambiente y llamar la atención del personal para el disfrute del cante.

Tras varias calles de bares repletos y coros de jóvenes aficionados entonando coplas y haciendo compás por bulerías nos fuimos hasta la repleta plaza Jerónimo Páez cuando el reloj marcaba ya las tres y media de la madrugada. Allí esperaba María Toledo con su piano y un espectáculo ajustado a la propuesta cordobesa pero valiente en su concepto, que resultó de lo más artístico de la noche, desde su comienzo por soleá hasta sus recuerdos a Camarón por tangos.

Faltaba la puntilla y el encargado era Diego Carrasco que se presentaba con su gente jerezana, el flamenco más canalla para la hora más canalla, a las cinco de la mañana en La Plaza del Triunfo, entre columnas y el susurro del Guadalquivir que invitaba al encuentro con Morfeo.

Podríamos haber elegido la Plaza del Potro para disfrutar del salvaje Tomás Moreno Romero `Tomasito’, Abades para hacerlo con la escuela de música flamenco-árabe, asistir al homenaje de Paco de Lucía en el Alcázar Viejo o acercarnos hasta San Francisco para sentir el timbre de Francisco José Arcángel con el coro de las nuevas voces búlgaras.



Pero la noche blanca no te permite acaparar todo lo programado hay que elegir y sacrificar escenarios y artistas. Nadie venga a la Noche Blanca a abandonarse a la música ni a los silencios ni al cante profundo, serio y doloroso que define al arte flamenco. A Córdoba se va a disfrutar de una ciudad, de un cielo de estrellas mágicas, de la música para bailar y sonreír para corear y participar de la parte más lúdica y entretenida del arte jondo. La Noche Blanca cordobesa conforma una propuesta de formato contemporáneo afianzada en el mercado artístico-cultural nacional y que representa un extraordinario escaparate al mundo.

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